viernes, 26 de septiembre de 2014

Km 0. Comenzamos a caminar con un ligero impulso...

  Muchos temas se me han amontonado encima de la mesa a la hora de querer inciar esta primera entrada, visibilidad de enfermería, composición de los registros, valoración en las sprimeras 24 horas, normas de aislamiento, profesionalidad... ¡Y qué difícil se me hace habla de alguno de ellos? No porque no tenga una opinión al respecto sino porque mi elocuencia es tan precaria que es un verdadero "trabajo de Herácles" llevaar a cabo esta redaccción.

-Y ¿entonces? ¿por qué te lías a hacer un blog?

Porque cuando hablas con un compañero sobre temas de procedimientos, asistenciales, de metodología, cada uno cree tener La Razón y se nos pone cara de desdén y, aunque no lo digamos, pensamos que nuestra opinión es la acertada y nuestra actuación la correcta; porque si comentamos los problemas del día a día, el motivo de esto o aquello, de lo que te sucede o te deja de suceder, todos coincidimos en desconocer al responsable y, qué mal lo hacen los demás y qué buenos somos nosotros. Y, perdonad, peo eso no es así. ¡ay, si todos trabajáramos como decimos que trabajamos! ¡Cuánto nos queda por aprender y por des-aprender! ¡Algo hay qué hacer! Y en esas estamos, compartiendo mis "sensaciones" sobre la profesión, pero no para decir "mal de muchos..." sino para intentar buscar soluciones a nuestros interrogantes (uf! menuda faena!).

Después de esta disertación (ya me perdonaréis) os planteo la primera reflexión:

Reflexión nº 1


"Las tecnologías nos están robando talentos que solo se desarrollan cuando se lucha duro por conseguir las cosas"

  Esta frase, extraída del libro "Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas" y publicada en un artículo de El País del dia 21/9/2014, corresponde a Nicolás Carr, ensayista norteameericano especialista en tecnología y que muchos catalogan de tecno-pesimista o tecno-escéptico. La reflexión que nos hace Carr es más que una reflexión, un aviso del riesgo de adocenamiento al que podemos caer con la tecnología, riesgo a sucumbir a la "complacencia automatizada", a los encantos de lo fácil, de lo manejable y de lo inmediato; y que, cuanto más rápida sea la respuesta de la tecnología más lenta será nuestra capacidad de resolución de problemas y, en consecuencia, menor será nuestro aprendizaje. Leed el siguiente párrafo y veréis por dónde va:

"Los médicos afrontan una prresión creciente, si no un decreto terminante de los directivos, para ceder al software un mayor control sobre diagnósticos y decisiones de tratamientos. Para ponerlo en términos poco caritativos pero no equivocaados, puede que muchos médicos se encuentren pronto adoptando el papel de sensores humanos que recogen información para un ordenador qque toma las decisiones. Los médicos examinarán al paciente e introducirán datos en archivos electrónicos, peero el ordenador tomará la iniciativa de sugerir diagnósticos y recomendar tratamientos".

¿Qúe os parece? ¿Dramatismo o realidad visionaria? Pensad un poco, ¿quién no utiliza en su centro de trabajo una aplicación electrónica dónde se recoge toda la información que, en la mayoría de los casos, introducimos rutinariamente; aplicación que, según su avance tecnológico, es capaz de convertir esa información en decisión asistencial. Términos como "vías clínicas", "planes de cuidados estandarizados", "algoritmos de decisión en triaje avanzado"... que dibujan algunas de las líneas maestras de la evolución enfermero, ¿no conllevan en sí átomos de ese riesgo tecnológico? No es éste un pensamiento en contra de la evidencia de dichos planteamientos, solo traigo a la superficie lo que hace algún tiempo insiste en presentárseme como idea: hasta qué punto o nos estaremos equivocando creando herramientas cuya capacidad de aprendizaje, a partir de la información que reciben, es capaz de dirigir nuestras actuaciones, herramientas que nos desmienten cuando dichas actuaciones se desvían de lo estipulado por ellas mismas. ¿A qué quedará reducido el pensamiento crítico? ¿Sólo a discriminar qué tipo de información trasladamos a dichas herramientas? ¿Quién será el vector que faverecerá la conversión de las información en conocimiento? ¿La propia herramienta? No hace tanto tiempo, para buscar información recurríamos a libros, enciclopedias, diccionarios...: ahora mismo, "en un clic" tenemos rápidamente información inabarcable, ¿información que deriva en conocimiento? Tal vez no. Quizás más que información ¿no será des-información y, en definitiva, des-conocimiento?

  No pretendamos hacer de las herramientas tecnológicas un sustituto de nuestras capacidades. Utilicémoslas como lo que son, herramientas. Nuestras actuaciones o deben estar condicionadas por ellas; nos pueden sugerir, nos pueden informar, nos pueden aconsejaar, pero no pretendamos que nos lo den todo hecho. Cambiemos el sentido de la mirada hacia la tecnología: no digamos de ellas lo que le oí decir a un informático al respecto de una nueva aplicación, que "se basa en la automatización de tareas y no tanto en el curso clínico". Entonces ¿quién será la máquina y quién el individuo?


3 comentarios:

  1. Muy buena reflexión. En nuestro campo enfermero en concreto, yo pienso que los planes de cuidados estandarizados pueden entenderse desde la necesidad de cuantificar y medir todo, pero tal vez deberíamos aceptar que hay cosa que no pueden medirse, como es nuestra esencia enfermera, el CUIDAR.
    Saludos!

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    1. Gracias por tu opinión, Luisa
      Sí, tienes razón, ¿cómo medimos todas aquellas actividades que son inherentes a nuestra profesión? ¿Cómo medimos las veces que les pongo bien las sábanas a mis pacientes, que le doy la vuelta a la almohada? ¿las veces que les miro a los ojos mientras les escucho hablar? ¿las veces que les toco, no porque quito o pongo algo, sino porque quiero que sepan que no están solos? ¿cómo mido las palabras de apoyo, de esperanza, la información sobre el estado de los pacienetes, que mantengo con los familiares?
      En el post "Una ética visible para unos cuidados invisibles, #24h24p" de Javier Manuel Yagüe, del año pasado, me llamo la atención un comentario hecho por el compañero Juan Sánchez (con tu permiso):

      "Hagamos visible lo invisible. ¿Te imaginas un CMBD enfermero donde se registrara cuantas veces he tocado y mirado a mi paciente? Que bonito sera registrar la mirada enfermera y no registrar mentiras que es todo lo contarrio, hacer visible lo que no hacemos y sin embargo lo que hacemos dia a dia lo hacemos invisible".
      Pero sobre este tema de la visibilidad ya hablaremos en una próxima reflexión...

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