domingo, 12 de abril de 2015

Explorando Lo Incomprensible

¿Por qué no escuchamos? Tienen mucho que decirnos...

   Somos enfermeras y como tales actuamos, defendemos nuestra posición, nuestra profesión, intentamos hacerla visible, proyectar una imágen acorde con nuestra esencia, desarrollarla y aplicarla como mejor sabemos, y hablamos de Proceso, de Cuidados, y buscamos resultados y hablamos de centralidad, de interdisciplinariedad... pero también somos, o hemos sido en alguna ocasión, pacientes; hemos estado frente a nosotros mismos; hemos visto (o no visto) nuestra propia imágen; hemos sido el "otro" en la relación entre dos; hemos dejado que nos hagan aquello que normalmente hacemos a ese "otro"; hemos sufrido para no sufrir, para que ellos (nosotros, antes) nos solventaran el problema de salud; nos han aplicado un Proceso, nos han aplicado unos Cuidados; hemos pasado por tantas manos..., pero, en definitiva, lo que nos ha ocurrido es lo que les ocurre a los "otros" cuando hacemos de enfermeras, que dejamos de ser nosotros para convertirnos en pacientes

  Y para ilustrar brevemente la idea de esta entrada, quiero presentaros un libro escrito hace un par de años por Marta Allué, doctora en Antropología Social y Cultural y Máster en Antropología de la Medicina, titulado "El paciente inquieto". Tan sólo he leído, de momento, los dos primeros capítulos y no dudo en afirmar que se trata de un libro imprescindible para entender por qué no somos visibles y dónde debemos buscar nuestra visibilidad. Y todo ello dicho desde fuera de nuestra profesión pero con la voz de quién sufre directa e internamente los efectos de nuestro actuar. No es un texto destructivo sobre el sistema sanitario sino una imágen de las interacciones que se suceden entre los distintos actores participantes del mismo, observaciones y reflexiones sobre los excesos y las deficiencias de estas relaciones y sobre cómo los aspectos más intangibles (actitudes, presupuestos éticos, etc.) son los más olvidados y, a la vez, los de mayor impacto.

Ed. Bellaterra - 2013
   Dice M. Allué en su formidable libro, que os emplazo a leer YA (y a releer y releer y releer...), que en nuestra relación con el mundo sanitario dejamos de ser personas para convertirnos en pacientes, que dejamos a un lado lo que somos, que nos despersonalizamos:
" Cuando pasen unos días y el enfermo empiece a entender el baile de batas blancas, habrá adquirido cierta experiencia y se habrá adaptado renunciando a ser persona para convertirse en paciente. A esas alturas habrá olvidado sus costumbres relativas al aseo personal, al hacer de vientre, a los horarios, los gustos alimentarios y los hábitos sociales y culturales. (...) Deberá estar dispuesto a desnudarse física y moralmente delante de extraños en cualquier momento del día" pág. 28.
    Es entonces, ante esta pérdida de identidad, ante esta despersonalización sufrida al recurrir a la sanidad, cuando el papel de enfermería debe emerger en primer término. Información, autonomía, participación, cuidados, són términos que deben fomentarse en la relación paciente-profesional. Dice Allué, "En el terreno de la salud, el objetivo es simple: a mayor información mayor poder, lo que supone una mayor capacidad de decisión y, en consecuencia, mayor libertad" pág. 56. Debemos pues proteger y fomentar la capacidad de decisión de la persona enferma, su participación en la elección y puesta en marcha de los mecanismos necesarios para el restablecimiento de su salud.
  Y para ello es imprescindible escucharle, dejar que se exprese, que nos diga qué siente y qué no siente, de forma libre y sin condicionantes. Él es quien mejor se conoce y aunque deposite su confíanza en nosotros, será a través de la escucha activa que podremos conocer sus necesidades y sus inquietudes, y así convertirnos "en el agente que vehicula e interpreta el cuidado". Cuidado entendendido, siguiendo a Francoise Collière,  como un acto individual que se da uno a sí mismo y, también, como un acto recíproco que se da a  una persona cuando ésta no puede cubrir sus necesidades vitales ya sea de forma temporal o permanente. Y esos actos exigen conocer a la persona y a su entorno, reforzar sus posibilidades en la consecución de objetivos y promover sus potencialidades internas. Así, el cuidado se constituye en autocuidado, en el que confluyen todos aquellos términos del párrafo anterior: información, autonomía, participación, decisión...

   Escuchad a vuestros pacientes, ellos son los principales actores de esta relación.

   Y os aconsejo encarecidamente (si es que no lo habéis hecho ya) que leáis este libro. Os veréis reflejados.

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Reseña, de la editorial, del libro "El paciente inquieto" :

[Estas páginas son un conjunto de observaciones y reflexiones sobre los procesos asistenciales relacionados con la salud, los ámbitos institucionales donde se producen y las interacciones entre los actores que participan: los profesionales, los pacientes, nuestras familias y nuestras redes sociales. En algunos de esos procesos, los pacientes inquietos son aquellos que tienen un interés casi profesional por su integridad física y emocional, y son protagonistas en este relato. Los pacientes inquietos se muestran atentos al espectáculo que se desarrolla en ese entorno y están dispuestos a participar de manera crítica en él. El guión versa sobre las actitudes y aptitudes de los actores, y sobre el funcionamiento de las instituciones, cuestiones que no forman parte ni del diagnóstico ni del tratamiento, pero a menudo determinan el pronóstico y, en consecuencia, la calidad de vida de todos los ciudadanos.]

1 comentario:

  1. Gracias por compartirlo. La verdad es que su lectura promete.
    Un saludo.

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