lunes, 26 de octubre de 2015

Explorando Lo Incomprensible

¡Trabajando por romper lo Incomprensible en enfermería... y lo único que se rompa sea tu cara!
Subtítulo: "No hay más ciego que el que no quiere ver"

  ¡Bonito título, sí señor! Me ha quedado original. Transpira malaleche y a la vez desánimo y cansancio. Podría haber cambiado "cara" por "alma", el resultado sería el mismo e, intuyo, que más acertado. Pero así se queda.

   Hay que ir por partes. ¿De qué estamos hablando? De hacer comprender a los "terrícolas" que las enfermeras no somos de otro planeta, que somos como ellos; que poseemos conocimientos científicos y humanísticos específicos de nuestro rol profesional; que nuestra metodología también surge del método científico; que perseguimos la excelencia de nuestros cuidados siempre acompañados por la evidencia científica; que nuestra preocupación no es nuestro bienestar sino el de la persona/familia/comunidad enferma; que exigimos desplegar todas nuestras potencialidades sin muros de contención que nos compriman y nos impidan ser visibles... (Rellenad, cada uno de vosotros, los puntos suspensivos con lo que creáis oportuno, que seguro que sabéis de lo qué hablo). 

  Y no me olvido de decir que también estoy refiriéndome a nuestra visibilidad, esa visibilidad invisible como profesión. Aún hay quién se mueve entre ella, quién transita por los dominios de enfermería sin ver. No somos visibles porque una parte de nuestro colectivo no quiere ver, se niega a ver y, como Pedro, reniega una, dos y tres veces (las que sean necesarias) de todo aquello que nos puede hacer visibles realmente. Preferís deambular, caminar sin rumbo por caminos conocidos aunque ilógicos, caminos estables pero antinaturales. ¡Os cuesta tanto arriesgar! ¡Y algunos, estamos tan cansados de tener que justificar constantemente lo qué somos y cómo somos ante los demás y ante vosotros mismos! ¡Es tan cansado seguir viendo que, aunque me miras mientras hablo y me oyes, todavía no me escuchas! Y no se trata de quién tenga la razón o no, sino de ser capaces de dirigir nuestro esfuerzo hacia un objetivo común, pero un objetivo nuestro; un objetivo que es nuestra ouσía nuestra esencia, no un pseudo-objetivo, una fragmentación de lo que somos, una parcialidad que consiste en reducir nuestra esencia a mera actividad.

  En ocasiones, empleáis el lenguaje de forma que se adapte a lo que queréis decir, adulterando el sentido propio de las palabras. 
  • "Asistencial". Somos fundamentalmente asistenciales, decís, y con ello queréis indicar que, básicamente, enfermería es una disciplina del actuar. Y tenéis razón. En parte. Porque no sólo es del actuar; mejor aún, es del actuar pero no entendido con el sentido que le quereis dar. El "actuar" en enfermería ha de incluir el principio de "intencionalidad", no es un actuar inconsciente, involuntario, un actuar por actuar. A nuestro actuar le imprimimos intencionalidad, y ello significa proyecto y futuro. Es un actuar que tiene su origen en un pensar previo, un pensar crítico, que se dirige "intencionalmente" a la consecución de algo que está por suceder. Actúo con vistas a conseguir algo.
  El problema es que no somos conscientes de la intencionalidad de nuestra acción, actuamos no de forma  inconsciente sino que actuamos por inercia. Sigue existiendo el componente intencional pero formado a partir de un pensar automático, un pensar sobreentendido y que aceptamos sin más, sin someterlo a la crítica.
  Y como siempre, nos olvidamos de la transmisión de todo este proceso, nos olvidamos de que el hacer inexpresivo no es capaz de generar cambio, no es capaz de llegar por si solo a ese futuro que debería perseguir un actuar intencional. No creemos en la necesariedad del comunicar. Nos parece fútil y redundante. ¿Por qué he de hacer y, después, dejar constancia de aquello que he hecho?, decís. Yo priorizo, oigo más allá. 
  Sí, toda esta digresión surge como reacción a la negación de aceptar, como un componente más de nuestra ouσía, como un factor inseparable de nuestro ser asistencial (ahora sí, con pleno sentido), la expresión de nuestro proceso metodológico, de nuestro actuar intencional. Negación de aceptación del registro enfermero. 
  Fácilmente olvidable, definido como inútil, prescindible en alguna de las fases del proceso, relegado a la existencia del tiempo como excedente, repudiado, ignorado y , finalmente, considerado el elemento espúrio, bastardo, de nuesto rol y, por lo tanto, una carga que obligatoriamente hay que sobrellevar. Así es visto, mayoritariamente por nosotros (no nos engañemos) el registro de enfermería. Y, tanto es así, que ese desinterés por una de las herramientas que, entre otras cosas, nos permite ser visibles, inunda otros ámbitos profesionales y reproduce, con más acritud si cabe, todas y cada una de las características dichas al incio de este párrafo. Servicio médico, Sistemas Informáticos... ¿O acaso ignoráis el por qué los sistemas de Historias Clínicas Electrónicas tienen en tan poca consideración a los registros de enfermería? 
                                     No hay más ciego que el que no quiere ver
  Hasta aquí mi digresión. Algún día expondré detalladamente la respuesta a esta pregunta con la experiencia adquirida en la implantación de dos sistemas informáticos nuevos. 
 




 

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