Yo soy de la pública / Yo soy de la privada
¿Somos distintos, o sencillamente "somos"?
De todos los años que llevo como enfermero sólo unos pocos los he ejercido en la sanidad pública, una quinta parte en la concertada y el resto, unos 25, en la sanidad privada. En muchas ocasiones me han preguntado, amigos y familiares, ¿por qué no trabajas en la pública? Mi respuesta siempre ha sido la misma: "cuando acabé la carrera, dónde encontré trabajo fue allí dónde me quedé". Y no, no he optado nunca por opositar a una plaza pública, no lo ví nunca necesario, o no entendí su finalidad. ¿Pero tienes algo en contra de la sanidad pública? No, al contrario, como "mal catalán" no me pago ningún seguro médico privado, mis médicos son de la sanidad pública (con excepciones de carácter personal y amén de aquellos casos en los que obliga la necesidad de obtener resultados en un normalizado plazo de tiempo, odiando tomar esta vía). Las experiencias vividas todos estos años han sido enriquecedoras y me han construído como profesional, experiencias positivas y, como no, negativas. He ejercido como Auxiliar, como Enfemero y como Supervisor de noche.Y puedo decir con honestidad, y también con rotundidad, que he intentado ser la misma persona estuviera en el ámbito que estuviera y ejerciera de lo que ejerciera. Bien es cierto que 30 años cambian a una persona, pero insisto en afirmar taxativamente que mi actitud frente a los pacientes estos últimos años no difieren de los primeros.
¿Por qué esta breve reseña biográfica? Muy sencillo, porque ya estoy cansado, harto más bien, de oir constantemente frases como "¿yo... en la privada...? ¡Nunca!", "ya se sabe, la privada és como és...", "la calidad asistencial de la privada deja mucho que desear, no te dejan trabajar a tu aire...", "en la privada no tienen ni idea, están muy mal preparadas..."etc. O, estas otras: "es que en la pública el personal te trata fatal", "cuando les preguntas algo se ponen a la defensiva...", "cada vez que voy da la impresión de que les molesto", "las enfermeras de la pública... esas sí que viven bien..." Y me pregunto: ¿somos distintos los profesionales de la sanidad pública y los de la privada? Y no me refiero a sueldos, horarios, etc., no, sino a algo más interno , más consustancial con nuestro ser, a aquello que nos caracteriza como persona. Es más, ¿cambiamos cuando cambiamos de ámbito sanitario?¿Es que acaso sufrimos una conversión, tipo Dr, Jeckyl y Mr. Hyde, a causa de algún elemento suspendido en el aire de la res pública o de la res privada, que nos invade y nos transforma?
Todo esto viene a cuento, además de por una inquietud que ha ido creciendo con el paso del tiempo, especialmente por la lectura de la última entrada del blog de Lola Montalvo, "Memoria de mi enfermera LIII: Yo no defiendo a los malos profesionales" . Ya, ya sé que la entrada no se centra en el tema público vs privado, pero la referencia al uso del sistema público sanitario ha disparado mis sensores.
Sí, es cierto: existen profesionales nefastos en nuestra sanidad, profesionales que, me atrevo a decir, no deberían estar trabajando en este ámbito, que deberían ser despachados. Lo siento y lo digo así. Y además, apunto a que los culpables somos nosotros mismos, desde las universidades (incapaces de detectar la ineptitud de estos alumnos para el trato con los demás) hasta el personal de los centros en dónde realizan prácticas formativas (tolerantes y conformistas, ignorantes del perjuicio que presupone su pasiva actitud ante la ineptitud). Y estos profesionales están tanto en el ámbito de la salud pública como en el de la privada. ¿Porcentajes? ¡Qué importa! Yo, como usuario de la sanidad pública, centro mis quejas en los profesionales de ese ámbito (sí, hay elementos nefastos, distorsionadores, tóxicos, prepotentes, paternalistas...). Como trabajador en la sanidad privada reconozco también la existencia de colegas indeseables (léase aquí idénticos calificativos nombrados anteriormente). Pero eso, ¿nos hace mejores a unos más que a los otros? Independientemente de las políticas e intereses de cada uno de los ámbitos, somos lo que somos, en este caso, enfermeras, y da lo mismo si estoy en Uganda o en La Moraleja, si tengo pocos medios o muchos medios, si formo parte del funcionariado de un gran hospital público o pertenezco a la plantilla de un rreconocido centro privado... ¡soy enfermera!. Mis conocimientos los imparto y pongo en acción allí donde esté, independientemente del tipo de centro en el que me encuentre. Sí, es cierto que encontraremos barreras para la aplicación de nuestros conocimientos, pero estas barreras no son exclusivas de uno de los dos entornos sanitarios, en cada uno de ellos debermos superar escollos. Pero seguimos siendo enfermeras.
Es muy loable la cita de martínez Bargueño:
¿Por qué esta breve reseña biográfica? Muy sencillo, porque ya estoy cansado, harto más bien, de oir constantemente frases como "¿yo... en la privada...? ¡Nunca!", "ya se sabe, la privada és como és...", "la calidad asistencial de la privada deja mucho que desear, no te dejan trabajar a tu aire...", "en la privada no tienen ni idea, están muy mal preparadas..."etc. O, estas otras: "es que en la pública el personal te trata fatal", "cuando les preguntas algo se ponen a la defensiva...", "cada vez que voy da la impresión de que les molesto", "las enfermeras de la pública... esas sí que viven bien..." Y me pregunto: ¿somos distintos los profesionales de la sanidad pública y los de la privada? Y no me refiero a sueldos, horarios, etc., no, sino a algo más interno , más consustancial con nuestro ser, a aquello que nos caracteriza como persona. Es más, ¿cambiamos cuando cambiamos de ámbito sanitario?¿Es que acaso sufrimos una conversión, tipo Dr, Jeckyl y Mr. Hyde, a causa de algún elemento suspendido en el aire de la res pública o de la res privada, que nos invade y nos transforma?
Todo esto viene a cuento, además de por una inquietud que ha ido creciendo con el paso del tiempo, especialmente por la lectura de la última entrada del blog de Lola Montalvo, "Memoria de mi enfermera LIII: Yo no defiendo a los malos profesionales" . Ya, ya sé que la entrada no se centra en el tema público vs privado, pero la referencia al uso del sistema público sanitario ha disparado mis sensores.
Sí, es cierto: existen profesionales nefastos en nuestra sanidad, profesionales que, me atrevo a decir, no deberían estar trabajando en este ámbito, que deberían ser despachados. Lo siento y lo digo así. Y además, apunto a que los culpables somos nosotros mismos, desde las universidades (incapaces de detectar la ineptitud de estos alumnos para el trato con los demás) hasta el personal de los centros en dónde realizan prácticas formativas (tolerantes y conformistas, ignorantes del perjuicio que presupone su pasiva actitud ante la ineptitud). Y estos profesionales están tanto en el ámbito de la salud pública como en el de la privada. ¿Porcentajes? ¡Qué importa! Yo, como usuario de la sanidad pública, centro mis quejas en los profesionales de ese ámbito (sí, hay elementos nefastos, distorsionadores, tóxicos, prepotentes, paternalistas...). Como trabajador en la sanidad privada reconozco también la existencia de colegas indeseables (léase aquí idénticos calificativos nombrados anteriormente). Pero eso, ¿nos hace mejores a unos más que a los otros? Independientemente de las políticas e intereses de cada uno de los ámbitos, somos lo que somos, en este caso, enfermeras, y da lo mismo si estoy en Uganda o en La Moraleja, si tengo pocos medios o muchos medios, si formo parte del funcionariado de un gran hospital público o pertenezco a la plantilla de un rreconocido centro privado... ¡soy enfermera!. Mis conocimientos los imparto y pongo en acción allí donde esté, independientemente del tipo de centro en el que me encuentre. Sí, es cierto que encontraremos barreras para la aplicación de nuestros conocimientos, pero estas barreras no son exclusivas de uno de los dos entornos sanitarios, en cada uno de ellos debermos superar escollos. Pero seguimos siendo enfermeras.
Es muy loable la cita de martínez Bargueño:
Pero, ¿acaso cabe extrapolar que el sector privado no puede ser identificado con la honradez, la laboriosidad, la eficacia, la transparencia, etc,? Efectivamente, todos conocemos casos que parecen concluir que así es, que esa premisa es cierta. Pero, ¿no los hay también en el sector público, en el que, en ocasiones, parece haberse perdido la honradez, en el que la laboriosidad es más que dudosa y en el que la transparencia ha dejado de existir? ¿De verdad hay quién cree en la parte final, subrallada, de la siguiente cita?“La idea de servicio público es el fundamento de la ética, por eso el trabajo en el sector público fue identificado desde sus orígenes con la honradez, la laboriosidad, la eficacia, la transparencia y otros muchos valores que hicieron del trabajo en el sector público una auténtica tarea de la que la sociedad espera frutos de calidad.”Martínez Bargueño, (1997), “La ética: nuevo objeto de la gestión pública” En: Revista Gestión, Análisis y Políticas Públicas Nº 10, INAP, Madrid, p. 24.
"Las técnicas del sector privado responden a los principios de una filosofía empresarial acompañadas del espíritu de interés mercantil, que al implementarse en el sector público transforma los valores y principios de las personas que allí laboran sustituyendo los valores públicos por los privados." Diego, Oscar (1989), "De la res pública a la res privada, ¿realmente no hay alternativa? En: Dilemata, año 1 (2009), nº 1, 137-151¿Tan fácil es cambiar "los valores y principios" de una persona por el mero hecho de trabajar en el sector público o en el privado o, como en el caso de la cita, en el sector público bajo principios de gestión privada? Insisto: soy el mismo aquí que allí, soy el mismo ante los pacientes estén estos en un hospital público o en uno privado, soy el mismo tanto si soy nocivo como positivo, en definitiva...soy el mismo enfermero esté donde esté, es decir, soy, somos.
Reivindiquemos lo que somos sin interferencias de ningún tipo.