Soliloquios fugaces
Soliloquio nº 4
" ¿Registrar? No sirve para nada. Nadie se lo lee..."
Segundo soliloquio sobre registros que dejo "registrado" (¡por Dios, espero que alguien lo lea!)
Ya me perdonaréis la ironía, pero con este tema cuanta más ironía usemos más soportable lo hacemos.
El título hace referencia a la utilidad de los registros enfermeros. Pero, ¿alguien duda de su utilidad? Desgraciadamente sí, aunque no creo que se trate tanto de un rechazo del registro en sí, como del sistema de registro, del modelo y de la metodología.
El título hace referencia a la utilidad de los registros enfermeros. Pero, ¿alguien duda de su utilidad? Desgraciadamente sí, aunque no creo que se trate tanto de un rechazo del registro en sí, como del sistema de registro, del modelo y de la metodología.
Hasta no hace muchos años (y todavía es así en muchos centros) la información, los datos, todos los documentos estaban en formato papel. ¿Quién no ha escrito un curso en una hoja tipo libreta de color rosa salmón (en mi caso) o amarillo o blanco? ¿Quién no ha llevado en el bolsillo el bolígrafo de 4 colores, mitad blanco mitad azul, con una bola en un extremo visiblemente mordida, cuya utilidad consistía en anotar las constantes del paciente, la TA verde, la FC en azul, la Tª en rojo, la FR en negro, en la gráfica diseñada para ello? ¿Quién no ha utilizado el Tippex para borrar una anotación equivocada, firmando la rectificación y el tachón como señal de conformidad? ¿A quién no se le han caído todos los papeles, toda la documentación, de las carpetas metálicas, pasando visita a un paciente? Todos hemos trabajado y trabajamos con el papel.
"¡Y qué rápido que era hacer el registro de lo sucedido durante el turno en una hoja de papel !"
"¡Y qué rápido que era hacer el registro de lo sucedido durante el turno en una hoja de papel !"
Rápido, quizás sí, útil no del todo. De los años que pasé trabajando en el turno de noche en planta, los primeros, recuerdo cómo la mayoría de mis anotaciones consistían en un "Sin incidencias" (siempre y cuándo fuera así, claro está). El registro de la evolución de nuestros pacientes se realizaba de forma rápida, con mejor o peor letra, pero poco tiempo empleábamos en ello. El resto de los datos ya los habíamos ido copiando en sus hojas correspondientes: constantes, balance, la hoja de solicitud de dietas, el repaso de toda la medicación y la firma de la misma al mismo tiempo (!!), etc. ¿Se leían dichos registros? Sí, y me atrevo a decir que más que ahora. ¿Teníamos una idea clara de qué le ocurría a nuestro paciente? Sí. Pero...
- La seguridad de la información no siempre quedaba reflejada: no se firmaba la anotación hecha.
- No siempre se entendía la letra, ni de nuestros compañeros de otros turnos, ni de los facultativos responsables (ni la mía, ¡cuántas líneas, perdidas en la nada, he hecho al escribir un parte estando de noche!)
- Se detectaban errores en las dosis de administración de los fármacos, horas, días después de haberlos iniciado debido a la dificultad de comprensión de una indicación escrita. a mano.
- ¡Cuánta información hemos perdido por olvido! Analíticas no pinchadas, información sobre comentarios del paciente/familiares, etc.
- ¡Cuántos trabajos de investigación se han malogrado o desechado por la dificultad en la obtención de los datos de análisis!
Hoy, la mayoría de registros están informatizados, y gracias a su estandarización casi todo estos problemas han sido resueltos. Pero... también hay un "pero" aquí...
- Se ha perdido rapidez en el registro de todos los datos obtenidos durante nuestras actuaciones con el paciente.
- Se ha perdido la facilidad de visualización de toda la información contenida en la historia clínica.
- Se necesita una infraestructura global, generadora de costes que de asumirse, en la mayoría de las ocasiones lo es a la baja.
- Implica un cambio de enfoque del quehacer enfermero, una dinámica de trabajo distinta de la usada hasta ahora.
- Implica la aceptación, el compromiso y la complicidad de los gestores de enfermería en todos sus grados.
- Implica un cambio de mentalidad del profesional, usuario a partir de ahora de una tecnología de la información y la comunicación.
Aún así, los beneficios de un registro informatizado superan "por goleada" estos anteriores puntos negativos. A groso modo: seguridad de la información, exhaustividad de los datos recogidos, visión continua e interdisciplinar del curso clínico, homogeneización del formato de los registros, transmisión segura de los datos, herramienta de ayuda a la toma de decisiones, reflejo del pensamiento crítico del profesional, información agrupada en bases de datos que facilitan la investigación, herramienta de apoyo en la docencia enfermera,... Y para los "peros" antes expuestos, más tarde o más temprano, el desarrollo tecnológico encontrará soluciones adaptadas para cada uno de ellos.
¿Por qué nos cuesta tanto, entonces, ver el carácter positivo, beneficioso, útil de los registros? ¿Por qué "no se los lee nadie"? Quizás, aventuro, se deba en parte a su configuración, a un desarrollo erróneo de sus componentes y de su formato. Quizás los registros actuales de enfermería nos obligan a decir tan poco, y tan mal, del estado y evolución de nuestros pacientes que nos vemos abducidos por su erróneo desarrollo, convirtiéndonos a la vez en malos registradores, en pésimos notarios de salud.
¿Cómo deberían ser pues dichos registros? ¿Qué formato es el idóneo?
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