Explorando Lo Incomprensible
6ª propuesta para la futura enfermería: el arte de empezar y el arte de acabar.
Italo Calvino dejó por terminar la obra que más tarde se publicaría con el título de Seis propuestas para el próximo milenio. No era un libro como tal sino un ciclo de conferencias que debía pronunciar en la Universidad de Harvard, al ser invitado a ocupar la cátedra de las "Charles Eliot Norton Poetry Lectures".
La programación era de 6 conferencias, aunque tenía previsto escribir 8, siendo la sexta una de las que quedaba pendiente y que escribiría al llegar a los Estados Unidos. El libro mencionado, en su edición de Siruela, presenta una 6ª conferencia llamada "El arte de empezar y el arte de acabar" que no es realmente la sexta, sino tal vez la séptima u octava, ninguna anotación dejó el autor al respecto. Italo murió una semana antes de la fecha del viaje. Si esto fuera una entrada de la página "Enfermérides no redondas" habría que decir que este año 2015 celebramos tristemente los 30 años de su muerte.
Haciendo un repaso de las entradas anteriores así como del libro de Calvino, me asombra seguir viéndo tantos paralelismos entre sus planteamientos para con la literatura y su extrapolación, nada forzada, de verdad, a la enfermería. Un ejemplo más de ello se encuentra en la entrada introductoria a las propuestas. dice, Calvino:
En las anteriores entradas he intentado establecer un paralelismo entre literatura y enfermería, aplicando las propuestas literarias de Calvino a nuestra profesión. Con esta 6ª finalizo la analogía, y lo hago mucho antes de que el símil se complete en lo que atañe a la suerte de los autores; yo mismo seré quién termine y cuelgue la 6ª entrada, no se diera el caso de que quedara póstuma...
El arte de empezar y el arte de acabar. En esta frase se comprime
nuestro quehacer, está implícito en esas tres palabras: arte, empezar y acabar.
La programación era de 6 conferencias, aunque tenía previsto escribir 8, siendo la sexta una de las que quedaba pendiente y que escribiría al llegar a los Estados Unidos. El libro mencionado, en su edición de Siruela, presenta una 6ª conferencia llamada "El arte de empezar y el arte de acabar" que no es realmente la sexta, sino tal vez la séptima u octava, ninguna anotación dejó el autor al respecto. Italo murió una semana antes de la fecha del viaje. Si esto fuera una entrada de la página "Enfermérides no redondas" habría que decir que este año 2015 celebramos tristemente los 30 años de su muerte.
Haciendo un repaso de las entradas anteriores así como del libro de Calvino, me asombra seguir viéndo tantos paralelismos entre sus planteamientos para con la literatura y su extrapolación, nada forzada, de verdad, a la enfermería. Un ejemplo más de ello se encuentra en la entrada introductoria a las propuestas. dice, Calvino:
"Estamos en 1985. apenas nos separan quince años del comienzo de un nuevo milenio. Por el momento no veo que la proximidad de esta fecha despierte una emoción particular (...) Mi fe en el futuro de la lliteratura consiste en saber que hay cosas que sólo la literatura, con sus medios específicos, puede dar." I.Calvino
"Estamos en el 2015 apenas nos separan quince años del comienzo de este milenio. Por el momento no veo que el tiempo transcurrido desde su inicio haya despertado una emoción particular (...) Mi fe en el futuro de la enfermería consiste en saber que hay cosas que sólo la enfermería, con sus medios específicos, puede dar." Extrapolación.
En las anteriores entradas he intentado establecer un paralelismo entre literatura y enfermería, aplicando las propuestas literarias de Calvino a nuestra profesión. Con esta 6ª finalizo la analogía, y lo hago mucho antes de que el símil se complete en lo que atañe a la suerte de los autores; yo mismo seré quién termine y cuelgue la 6ª entrada, no se diera el caso de que quedara póstuma...
El arte de empezar y el arte de acabar. En esta frase se comprime
nuestro quehacer, está implícito en esas tres palabras: arte, empezar y acabar.
¿Arte o ciencia? ¿O arte y ciencia? Enfermería, no cabe duda, es una ciencia. Sus postulados se sustentan mediante una metodología propia, el Proceso Metodológico Enfermero, que a su vez es reflejo del método científico clásico y universal. Enfermería es ciencia, utiliza un lenguaje propio que le permite comunicar, mediante el uso de taxonomías de alcance universal, todo su corpus de conocimiento; la enfermería es ciencia puesto que utiliza la investigación para evolucionar, para adecuar las leyes que conforman cada una de sus actividades a la evidencia científica.
Pero la palabra es "arte" y la pregunta es si enfermería es arte. Primero deberíamos intentar dar una definición de "arte" y ésta podría ser "toda actividad humana con la que expresar ideas, pensamientos, emociones, en definitiva, con la que plasmar una visión particular del mundo, experimentando la búsqueda de lo estético y la comunión de esa visión con los demás". Bajo esta definición, ¿es entonces la enfermería "arte"? En nuestra actividad enfermera, sea en el ámbito que sea, expresamos ideas, establecemos juicios clínicos que son el resultado de nuestro pensar crítico y de nuestros conocimientos, empatizamos con aquellos que precisan de nuestros cuidados, en definitiva, plasmamos una visión del mundo. Y tal vez no buscamos conscientemente lo estético, lo bello en sí msimso, pero sí que nos produce satisfacción el resultado de nuestra actividad, que no es otro que el bienestar, físico y psíquico, del paciente, el haber conseguido cubrir sus necesidades a través de nuestro cuidar.
Enfermería no es una actividad más. No es ni tan siquiera una actividad ni tampoco un conjunto de actividades, desechemos ya de una vez esa imágen, la de realizadores de tareas. Ello presupondría la inconsciencia del actuar, automatismo, simples hacedores. ¿Por qué nos cuesta tanto a nosotros mismos ver que somos más que eso? ¿Por qué tenemos tan interiorizado que somos meros "realizadores"? Afirmamos que antes de "hacer" llevamos a cabo una serie de razonamientos que nos conducen a cómo debe ser ese "hacer", pero nos negamos a aceptar el sistematizar ese razonamiento, a darle forma, a inserirlo en una metodología propia, nos parece¡ taaaan pesado...!, que hacemos lo que hacemos y punto. Nos convertimos así en nuestro propio bozal que impide que hablemos de nosotros mismos a nosotros mismos y a los demás; Y así, nadie nos oye, y si nadie nos oye nos convertimos en lo invisible. ¿Qué nos falta entonces? Esa parte de arte que nos permite buscar la belleza, la satisfacción de nuestra creación, el cuidado; esa parte de arte que hace que podamos compartir el cuidado con los demás; esa parte de arte que se vislumbra en la visión particular del mundo, única, de nuestra profesión.
2. Empezar. ¿Por dónde? ¿Cuál es el hilo, de entre todos, del que debemos tirar? ¿Teoría, metodología, práctica, nuevos recursos, gestión, concepto, niveles profesionales, interrelaciones, campo de accción, especialidades? Enfermería es enciclopédica y esa suma de conocimientos heterogéneros se hace patente de forma simultáne con nuestros cuidados.. La enfermera ha de "saber ver" qué necesidades tiene pendientes de conseguir su paciente, ya sea en el terreno biológico, psíquico o social, para poder actuar adecuadamente en cada una de ellas; por lo tanto, esa suma de conocimientos se convierte en una "red de relaciones" que la enfermera no puede dejar de seguir, una le llevará a otra y así sucesivamente. Sea cual sea el punto de inicio del cuidar, la red se hace cada vez más amplia abarcando todos los aspectos de ese cuidar. Podemos alegar que hasta que el paciente no consiga cubrir sus necesidades primarias (véase la Pirámide de Maslow) no deberíamos fijar nuestro cuidar en las necesidades superiores. Aunque así fuera, la red se ensancha y nos lleva, indiscutiblemente, a cubrir todas las deficiencias del paciente o, por lo menos, a tratar de incidir sobre ellas.
Sea cual sea el punto de inicio, debe haber un inicio. No podemos ser solo los continuadores de las estrategias de otros, meros ejecutores de "órdenes", hacedores per sé. La enfermería del futuro debe tomar las riendas de su actividad, definitivamente y en su totalidad. Debe "empezar" a pensar en ella y por ella misma. Desde sus inicios, la profesión surgió como anexo, como añadido, como complemento a (def: que sirve para completar o perfeccionar alguna cosa). Su evolución la ha llevado a iniciar la ruptura con su identificación como el "eterno segundo", a dejar de ser el complemento perfecto de, a "empezar" a pensar en qué y cómo ser y a "empezar" a serlo. Y ahí nos hemos quedado en un mero inicio.
Empezar, de nuevo, sí, cada uno de nosotros, desde nuestos puestos, no importa cuál sea, desde la asistencia directa hasta la formación, desde la gestión hasta la prevención, estemos en la base de la escalera profesional como en su cúspide o en uno de sus escalones. Pero "emepecemos", empecemos nuevos pensamientos, nuevos caminos, a descubrir zonas no transitadas de nuestra profesión; empecemos a transitar por toda nuestra red de conocimientos, a aplicarlos en su extensión, no parcialmente, y a obtener nuevos conocimientos; a infundir ilusión, a impulsar, a despertar actores dormidos. Empecemos, en definitiva, a actuar por nosotros mismos, con nuestras herramientas, nuestras habilidades y nuestros conocimientos. Empecemos a actuar no como actores secundarios sino como compañía reconocida, dónde cada actor habla por sí mismo y por sus compañeros, y situémosla en el nivel que realmente le corresponde. Empecemos ya a hacernos visibles.
Italo Calvino dice sobre la literatura:
3. Acabar. ¿Con qué? Con todo el peso de lo hecho hasta ahora. Con ello no quiero decir que renegemos de nuestro pasado, que mirando retrospectivamente sólo veamos errores y actos inútiles. Acabar con las instancias que no nos han dejado ser quienes realmente deberíamos ser, con todos los condicionantes que hemos debido soportar y transportar en nuestras espaldas, acabar con todos los clichés que históricamente nos han sido impuestos... Ese es el peso de lo histórico, del pasado del que nos hemos de desnudar. Sólo siendo realmente quienes somos, desnudos de cualquier imposición transformadora, "acabaremos" siendo visibles.
He aquí un punto, tal vez el único, de contradicción con el ensayo de Calvino. Dice:
Enfermería no es una actividad más. No es ni tan siquiera una actividad ni tampoco un conjunto de actividades, desechemos ya de una vez esa imágen, la de realizadores de tareas. Ello presupondría la inconsciencia del actuar, automatismo, simples hacedores. ¿Por qué nos cuesta tanto a nosotros mismos ver que somos más que eso? ¿Por qué tenemos tan interiorizado que somos meros "realizadores"? Afirmamos que antes de "hacer" llevamos a cabo una serie de razonamientos que nos conducen a cómo debe ser ese "hacer", pero nos negamos a aceptar el sistematizar ese razonamiento, a darle forma, a inserirlo en una metodología propia, nos parece¡ taaaan pesado...!, que hacemos lo que hacemos y punto. Nos convertimos así en nuestro propio bozal que impide que hablemos de nosotros mismos a nosotros mismos y a los demás; Y así, nadie nos oye, y si nadie nos oye nos convertimos en lo invisible. ¿Qué nos falta entonces? Esa parte de arte que nos permite buscar la belleza, la satisfacción de nuestra creación, el cuidado; esa parte de arte que hace que podamos compartir el cuidado con los demás; esa parte de arte que se vislumbra en la visión particular del mundo, única, de nuestra profesión.
2. Empezar. ¿Por dónde? ¿Cuál es el hilo, de entre todos, del que debemos tirar? ¿Teoría, metodología, práctica, nuevos recursos, gestión, concepto, niveles profesionales, interrelaciones, campo de accción, especialidades? Enfermería es enciclopédica y esa suma de conocimientos heterogéneros se hace patente de forma simultáne con nuestros cuidados.. La enfermera ha de "saber ver" qué necesidades tiene pendientes de conseguir su paciente, ya sea en el terreno biológico, psíquico o social, para poder actuar adecuadamente en cada una de ellas; por lo tanto, esa suma de conocimientos se convierte en una "red de relaciones" que la enfermera no puede dejar de seguir, una le llevará a otra y así sucesivamente. Sea cual sea el punto de inicio del cuidar, la red se hace cada vez más amplia abarcando todos los aspectos de ese cuidar. Podemos alegar que hasta que el paciente no consiga cubrir sus necesidades primarias (véase la Pirámide de Maslow) no deberíamos fijar nuestro cuidar en las necesidades superiores. Aunque así fuera, la red se ensancha y nos lleva, indiscutiblemente, a cubrir todas las deficiencias del paciente o, por lo menos, a tratar de incidir sobre ellas.
Sea cual sea el punto de inicio, debe haber un inicio. No podemos ser solo los continuadores de las estrategias de otros, meros ejecutores de "órdenes", hacedores per sé. La enfermería del futuro debe tomar las riendas de su actividad, definitivamente y en su totalidad. Debe "empezar" a pensar en ella y por ella misma. Desde sus inicios, la profesión surgió como anexo, como añadido, como complemento a (def: que sirve para completar o perfeccionar alguna cosa). Su evolución la ha llevado a iniciar la ruptura con su identificación como el "eterno segundo", a dejar de ser el complemento perfecto de, a "empezar" a pensar en qué y cómo ser y a "empezar" a serlo. Y ahí nos hemos quedado en un mero inicio.
"Todas las cosas son ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre". André Gide
Empezar, de nuevo, sí, cada uno de nosotros, desde nuestos puestos, no importa cuál sea, desde la asistencia directa hasta la formación, desde la gestión hasta la prevención, estemos en la base de la escalera profesional como en su cúspide o en uno de sus escalones. Pero "emepecemos", empecemos nuevos pensamientos, nuevos caminos, a descubrir zonas no transitadas de nuestra profesión; empecemos a transitar por toda nuestra red de conocimientos, a aplicarlos en su extensión, no parcialmente, y a obtener nuevos conocimientos; a infundir ilusión, a impulsar, a despertar actores dormidos. Empecemos, en definitiva, a actuar por nosotros mismos, con nuestras herramientas, nuestras habilidades y nuestros conocimientos. Empecemos a actuar no como actores secundarios sino como compañía reconocida, dónde cada actor habla por sí mismo y por sus compañeros, y situémosla en el nivel que realmente le corresponde. Empecemos ya a hacernos visibles.
Italo Calvino dice sobre la literatura:
Extrapolemos de nuevo:"La literatura seguirá teniendo una función únicamente si poetas y escritores se proponen empresas que ningún otro osa imaginar".
"La enfermería seguirá teniendo una función únicamente si enfermeras y gestores se proponen empresas que ningún otro osa imaginar".
3. Acabar. ¿Con qué? Con todo el peso de lo hecho hasta ahora. Con ello no quiero decir que renegemos de nuestro pasado, que mirando retrospectivamente sólo veamos errores y actos inútiles. Acabar con las instancias que no nos han dejado ser quienes realmente deberíamos ser, con todos los condicionantes que hemos debido soportar y transportar en nuestras espaldas, acabar con todos los clichés que históricamente nos han sido impuestos... Ese es el peso de lo histórico, del pasado del que nos hemos de desnudar. Sólo siendo realmente quienes somos, desnudos de cualquier imposición transformadora, "acabaremos" siendo visibles.
He aquí un punto, tal vez el único, de contradicción con el ensayo de Calvino. Dice:
No es este el sentido de mi "acabar" para la enfermería del futuro. Yo busco un final determinado, buscado, un final del error histórico en el que, por una sola vez, no me importa el camino que me ha llevado a él más que como justificación del final mismo. Si en la búsqueda de una verdad lo que importa no es conseguirla sino el trayecto que se hace en su búsqueda, en el deseo de un "acabar" con el error lo que importa no es el modo de acabar con él, con la sinrazón del error, sino conseguirlo. No busco borrar el pasado: sin un pasado no es posible tener ni entender nuestro presente. Lo que busco es derribar las columnas defectuosas de nuestro pasado sobre las que se sustenta nuesstro presente invisible."Como quiera que acabe (una historia), cualquiera que sea el momento en que decidamos que la historia se puede juzgar acabada, reparamos en que no es hacia ese punto adonde conducía el acto de narrar, que lo que importa está en otro lugar, en lo que ha pasado antes."
"Es necesario romper, con la mirada dirigida al futuro, la cadena que nos tiene ligados al pasado, y marchar resueltamente". Guiseppe Mazzini