Explorando Lo Incomprensible
Seis propuestas para la próxima enfermería 2
En una entrada anterior inicié estas reflexiones movido por la lectura de la obra de Italo Calvino "Seis propuestas para el próximo milenio". Mis propuestas adoptan los mismos nombres que las de Calvino, y en aquella entrada hablé de la primera de ellas, la levedad, pero en clave enfermería. No se trata de una nueva metodología, de una nueva teoría del cuidado, sino de reflexiones que intentan ir más allá del marco asistencial, pinceladas filosóficas al entorno de qué debería significar ser enfermera y cómo debería ser nuestro ecosistema..
La segunda propuesta para la próxima enfermería es la rapidez.
Segunda propuesta. La rapidez.
Dice Calvino que la velocidad no tiene por qué ser un valor en sí, que "el tiempo narrativo puede ser también retardador, o cíclico, o inmóvil". No se trata de rapidez de la acción narrada, sinó rapidez del narrar, del tiempo narrativo, "agilidad de la expresión y del pensamiento".
Extrapolemos: en nuestro Proceso Enfermero distinguimos la fase de Ejecución, aquella en la que llevamos a cabo nuestras intervenciones y el conjunto de actividades que las conforman como resultado de la aplicación del juicio clínico y del pensamiento críticoa las necesisdades del paciente. ¿Dónde reside la rapidez? ¿Dónde debería residir como propuesta para una futura enfermería?
Pero en la determinación de las actividades enfermeras, en la elección de nuestra intervención como respuesta a las necesidades vitales del paciente, en la forma cómo determinamos esa intervención, en la forma de narrar, sí interviene la rapidez: rapidez como sinónimo de agilidad, no de precipitación ni de apresuramiento. Rapidez como diligencia, como dinamismo; rapidez como ligereza, como destreza... términos todos ellos interrelacionados. Rapidez del proceso de pensamiento crítico enfermero frente al problema del paciente, y rapidez del resultado de ese proceso, el juicio clínico, la respuesta, la decisión clínica de la actuación enfermera. Enfermería ha de reflejar la rapidez de su pensamiento y de su toma de decisiones, ha de demostrar la capacidad de adaptación de ese pensamiento y de sus actuaciones a los cambios de salud del paciente.
La segunda propuesta para la próxima enfermería es la rapidez.
Segunda propuesta. La rapidez.
Dice Calvino que la velocidad no tiene por qué ser un valor en sí, que "el tiempo narrativo puede ser también retardador, o cíclico, o inmóvil". No se trata de rapidez de la acción narrada, sinó rapidez del narrar, del tiempo narrativo, "agilidad de la expresión y del pensamiento".
Extrapolemos: en nuestro Proceso Enfermero distinguimos la fase de Ejecución, aquella en la que llevamos a cabo nuestras intervenciones y el conjunto de actividades que las conforman como resultado de la aplicación del juicio clínico y del pensamiento críticoa las necesisdades del paciente. ¿Dónde reside la rapidez? ¿Dónde debería residir como propuesta para una futura enfermería?
Acción que es narrada y acto de narrar = Actividad realizada y pensamiento de la actividad.En nuestro contacto con el paciente debemos estar atentos a todo lo que rodea a ese contacto e influye en el paciente, a lo que siente, a lo que padece, a sus objetivos, a sus deseos, al apoyo familiar existente, a los riesgos extrínsecos e intrínsecos que lo acosan, a lo que fue a lo que es y a lo que puede llegar a ser, a las necesidades que precisa cubrir, a cuáles son sus capacidades mermadas, a su voluntad ... Todo ello espera una respuesta nuestra, todo es susceptible de poner en marcha nuestra actuación, nuestra intervención, unas actividades enfermeras. Ahí no tiene sentido la rapidez. Los actos vitales del paciente, como los actos que se cuentan en una narración, tienen su tiempo, un tiempo que puede ser veloz (se nos escapa la vida de las manos, decimos), retardador (qué largos se nos hacen los días, parece que maañana no vaya a llegar nunca), cíclico (de nuevo, otra recaída) e inmóvil (día tras día sin que nada ocurra), usando los términos de Calvino. Así, la respuesta a esos actos, nuestras actividades enfermeras, deben seguir ese ritmo vital, el tempo de esa acción: rapidez cunado así lo demanda el paciente (actuación rápida ante una petición, ante una situación de urgencia...); retardo cuando nuestra acción debe ser dilatada, demorada, incluso postergada (tiempo para acompañar, para cuidar, para dejar lo fútil para más adelante) ; cíclica cuando precise ser una actividad repetitiva, constante, periódica (curar, ayudar en las ABVD); e inmóvil cuando sólo sea importante nuestra no-acción, nuestra inhibición (indicaciones LET). La relatividad del tiempo.
Pero en la determinación de las actividades enfermeras, en la elección de nuestra intervención como respuesta a las necesidades vitales del paciente, en la forma cómo determinamos esa intervención, en la forma de narrar, sí interviene la rapidez: rapidez como sinónimo de agilidad, no de precipitación ni de apresuramiento. Rapidez como diligencia, como dinamismo; rapidez como ligereza, como destreza... términos todos ellos interrelacionados. Rapidez del proceso de pensamiento crítico enfermero frente al problema del paciente, y rapidez del resultado de ese proceso, el juicio clínico, la respuesta, la decisión clínica de la actuación enfermera. Enfermería ha de reflejar la rapidez de su pensamiento y de su toma de decisiones, ha de demostrar la capacidad de adaptación de ese pensamiento y de sus actuaciones a los cambios de salud del paciente.
Rapidez del pensar y de la decisión de actuación, frente a ajuste temporal de dicha actuación
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