Reflexión nº 2
La invisibilidad de lo visible - I
Enfermería como sombra
Es evidente, había que llegar aquí, todo se dirige al mismo punto: ¿por qué somos, a la vez, tan visibles y tan invisibles? ¿Por qué aquello que nos hace visibles, aquí y ahora, no traduce la esencia de nuestra profesión sino más bien muestra la falsa zona de nuestro actuar? Y mientras tanto, lo esencial, permanece oculto, lo real intercambia su lugar con la proyección de su sombra. Y eso es lo que ahora somos, la sombra distorsionada de una realidad.
Esto sólo es el principio. Aunque se hayan dicho miles y miles de palabras sobre el tema, escrito artículos hasta la saciedad, creo que todavía hay espacio para la reflexión. El problema sigue estando ahí y, de vez en cuando, nos sacude con violencia, como hizo ayer el siguiente párrafo de uno de mis escritores favoritos, Julio Ramón Ribeyro en "Prosas apátridas":
La vida se nos da y se nos quita, pero hay momentos en que la merecemos, quiero decir que depende de nosotros que continúe o cese. Y esto lo digo al recordar aquella noche atroz en el hospital, en la cual lloraba desamparado sintiéndome perdido y sin ningún socorro posible, pues hacía días que no dormía, mi cuerpo se evaporabba en la transpiración, tubos y sondas me salían de la nariz, de la boca, el recto, la uretra, la vena, el tórax. Deseaba que me borraran todo y antes que nada mi propio sufrimiento. Una enfermera vino a protestar por mis gritos y destempladamente me hizo callar. Como los enfermos se vuelven niños, la obedecí y quedé flotando en el silencio nocturno. De pronto vi por la ventana que comenzaba a amanecer y escuché muy tenuemente el canto de los pájaros(...) (Fragmento 141)
Sí, esta es una de las caras de la "visibilidad" que ofrecemos, no os engañéis. ¿O es que hay alguien de vosotros que no haya pasado por una de estas amargas experiencias, con un familiar o consigo mismo? Derribemos esos "árboles de lo visible" para mostrar lo que ahora es el "bosque invisible" de la enfermeria, lo que realmene vale la pena visibilizar.
Los hospitales son los puestos fronterizos por donde se canaliza el tránsito entre la vida y la muerte. Por la gran puerta de la fachada entran y salen los vivos, Pero hay una puerta discreta, vergonzante, por donde se despide disimuldamente a los muertos. Médicos, cirujanos, anestesistas, son los administradores omnipotentes del Más Allá. Pero hay también funcionarios menores que deciden lo irreparable, tales las enfermeras que olvidan renovar una transfusión o que no acuden en el momento preciso que el paciente necesitaba la pastilla o simplemente la palabra capaz de retenerle en su última caída (...) (Fragmento 125)
¡Qué buen comentario Jaume, te seguiré leyendo, no te olvides de Urgencias...
ResponderEliminarGraias Marta, Urgencias en el corazón siempre (algún dia reflexionaremos sobre Urgencias...)
EliminarEs verdad, Jaume. Estamos perdiendo nuestra esencia. Cómo vamos a recuperarla?
ResponderEliminarEsa es La Pregunta. Lo primero, quizás, es saber qué queremos ser y olvidarnos de lo que hemos sido hasta ahora . A partir de aquí... En próximas reflexiones intentaremos acercarnos a La Respuesta.
EliminarUn avance: creo que debemos "diluirnos" en el proceso asistencial, dejar de ser la precipitación de un "soluto", un soluto "visible" no por su actividad específica sino por su actividad inoperante.