miércoles, 4 de febrero de 2015

Soliloquios fugaces

Soliloquio nº5. (Otra vez registros)

"01:35. HDME. SVP, VP, apos limp, se adm. tto, no depos, mñana @. A dormido toda la noche." 

 ¡Cuántas veces hemos leído notas como éstas! ¡En cuántas ocasiones hasta las habremos escrito nosotros mismos! Y, seguramente, nunca nos hemos parado a pensar si son correctas, ortográfica y gramaticalmente, si ofrecen información importante, única, veraz, si son entendibles, si ayudan a la consecución de los objetivos previamente establecidos, si se enmarcan dentro de los requisitos legales exigidos, si evidenciamos con ellas nuestros conocimientos y nuestra profesionalidad, etc. Cada vez que, revisando registros, me topo con anotaciones como la precedente me vienen a la cabeza dos leyendas sumerias, leyendas que provienen del lugar de origen de la escritura: 
  • la primera de ellas se refiere a Enmerkar (siglo III aC) rey de Uruk, ciudad donde se descubren, en forma de tablillas de arcilla, los primeros libros y uno de los posibles orígenes de surgimiento de la escritura. Según la leyenda, Enmerkar fue condendo a beber agua putrefacta en el infierno como consecuencia de no haber dejado por escrito todas sus hazañas;
  • la segunda, atribuída también a Enmerkar, cuenta que éste se vió obligado a inventar la escritura ya que el mejor de sus emisarios, al realizar un largo viaje para convencer a un adversario y a consecuencia del cansancio que le produjo, al llegar a su destino no pudo hablar y transmitir el mensaje de su rey. Debido a ello, se tomó la decisión de enviar los mensajes escritos. Otros escritos relatan que fue el adversario quién se excusó ante el emisario, diciéndole que no entendía sumerio y presentando como excusa el episodio de la Torre de Babel y la guerra de lenguas. Dicen que finalmente el adversario sucumbió a las exigencias del rey de Uruk, puesto que el emisario regresó, esta vez con tablillas de arcilla escritas en lengua cuneiforme... sin poder poner excusas de no comprensión.
  No, no es que desee que quien hace este tipo de anotaciones en una historia clínica sufra las mismas consecuencias que Enmerkar (bueno... no, no...). Lo que ejemplifican estos dos relatos son algunas de las características que debe cumplir todo registro: exhaustividad, lenguaje comprensible, legibilidad y claridad, comunicabilidad, visibilidad de quién escribe, adecuación del formato,... La historia de la escritura es tan antigua y tan bella a la vez que duele ver cómo se la desvirtúa de todas sus capacidades, cómo pervertimos sus cualidades y la convertimos en poco menos que en símbolos carentes de significado por sí mismos, a diferencia de aquellos primeros símbolos sumerios, babilonios, egipcios, asiáticos.

  Dice Vergílio Ferreira, novelista, ensayista y profesor, (1916-1996) en su libro "Pensar":
"No se puede pensar, fuera de las posibilidades de la lengua en que se piensa (...) cambiar de lengua es ya cambiar de pensar o cambiar la tonalidad de ese pensar".
  Si esto es así, ante anotaciones como la del título, ¿qué ocurre cuándo alguien utiliza la lengua en ese sentido? No cambia de pensar o de tonalidad de pensar, sino que la lengua que utiliza es sometida a un empobrecimiento tal que es imposible adjudicarle un pensar. Perveritir la propia lengua es pervertir el propio pensamiento, es hacerlo irreflexivo, incoherente, im-pensable, absurdo.
"El lenguaje es necesario al pensamiento. Le permite cobrar conciencia de sí mismo", dice Pedro Salinas. "El pensamiento hace al lenguaje y al mismo tiempo se hace por medio del lenguaje (...) El pensamiento se orienta hacia el lenguaje como el instrumento universal de la inteligencia".
Me duele decir lo que viene a continuación..: ante esta utilización del lenguaje, ¿hemos perdido el instrumento que nos hace ser inteligentes y que nos constituye como disciplina científico-humanística? ¿Hemos dejado de pensar, de ser?

 Volviendo a Vergilio Ferreira, encontramos:
"Algunas faltas de ortografía son extremadamente elocuentes. Porque, como las uñas sucias, pueden ser una pista inmediata de estupidez".
   Y de nuevo nos abofetea la frase entrecomillada del título. Estupidez = torpeza y lentitud notable en comprender las cosas. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Y seguramente se oirá de fondo, "¡pues no es para tanto!". ¿Realmente alguien puede pensar que la frase incial "no es para tanto"? ¿Estamos tan alienados que no somos capaces de ver nuestros propios errores? ¡No, por favor! No volvamos a esgrimir como excusa la falta de tiempo, ¡ya dije lo qué pensaba respecto a eso! 

   Y lo peor de todo es que no sé cómo lograr transmitir la evidencia de lo evidente. Podemos catalogar los registros formalmente, metodológicamente, podemos repetir hasta la saciedad en qué se diferencian, dónde usar un registro narrativo y dónde un registro estructurado, estandarizado, en qué momento utilizarlos, cómo ajustar apropiadamente el lenguaje, podemos ejemplificar con registros in situ, podemos reflexionar sobre lo ya hecho, evidenciar errores y aciertos, hacer uso de estrategias formativas atractivas...y así hasta agotar todas las posibilidades de transmisión. Pero ¿realmente creemos en ellos, creemos en su utilidad? Esta es la piedra angular, nuestra piedra filosofal capaz de convertir lo invisible en visible, de hacernos patentes, incuestionables, palpables, indiscutibles para nosotros mismos y para los demás. 



"Escribir bien. Ser sensible a lo que se quiere revelar y ser apenas su revelación. Y que el mundo exista porqué él* lo ha revelado. Y eso es todo."   
                                                                             V. Ferreira
* Quien escribe.



4 comentarios:

  1. ...no puedo estar más de acuetdo en todo lo que dices....
    ....Supongo que no es ésta la visibilidad que muchos propugnan...Yo tampoco la quiero si es ésto lo que hay.

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    1. Hay que volver al inicio, al abc de la escritura. Deberíamos comenzar por ahí. No puedo conducir sin saber las normas de conducción y la mecánica de mi vehículo, ergo, no puedo registrar/escribir correctamente sin conocer las normas de los registros/escritura y las características del registro que utilizaré. Deberíamos comenzar por este libro (¿atrevimiento? ¿utopía?) del cuál te adjunto su link: http://www.upf.edu/pdi/dtf/daniel_cassany/cocina.htm

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  2. Hola Jaume; por fin puedo comentar...
    Me interesa mucho tu entrada porque además de apuntar a la necesidad del registro apuntas a la necesidad del registro "correcto" y a la "compatibilidad semántica" que es ya la gran promesa de la historia clínica y, en general, de las búsquedas en la web.
    Normalizar el vocabulario pasaría a ser algo secundario si la promesa de la "web semántica" cristalizara y nuestra vieja tradición del "registro narrativo" sería plenamente aprovechable por los sistemas de información pero mientras tanto... hemos de registrar con un lenguaje normalizado y organizada en campos que permita su análisis.

    Un saludo

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    1. Gracias Xose por tu nuevo comentario...esperado.

      Creo que nos falta mucho para poder explotar los registros narrativos mediante herramientas informáticas. Sí, tienes razón, mientras tanto no nos queda más remedio que echar mano de registros estandarizados, fácilmente explotables, pero que dejan a un lado la plasmación de la personalidad de quién registra. Pero, en un registro clínico ¿es necesario visualizarla? El esilo narrativo ¿influye en el tipo de información que se da, en la veracidad de esta información, en su comunicabilidad? No hay duda de que los registros estandarizados ofrecen un mayor acercamieneto a la información, a los datos; pero la exhaustividad que intentan alcanzar hace que el registro en sí sea farragoso, requiera de más tiempo para ser cumplimentado y sea difícil contener toda la información en un único registro. ¿Quién no echa de menos, en alguna ocasión, el folio en blanco?
      De regresar al registro narrativo, creo necessario volver a establecer unas bases (como comentaba a Luisa), volver al inicio; la tecnología ha transformado el modo de expresarnos, la rapidez y la inmediatez que prometen nos ha hecho adaptar nuestro lenguaje, en este caso escrito, a esos imperativos tecnológicos. Aún teniendo acceso a mayor información y con más y mejores sistemas de comunicación, hemos perdido nuestra capacidad de relato, hemos emprobrecido hasta tal punto nuestro lenguaje que, en ocasiones, somos inapaces de comunicar nada.
      Ante todo ésto, la postura a adoptar no puede ser otra que la de analizar, demostrar, evidenciar, dar a conocer, cómo registramos y cómo podemos llegar a registrar, señalando como objetivo el aprovechar al máximo la información que de nuestros pacientes obtenemos como fundamento esencial de una correcta asistencia.

      Saludos

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