viernes, 25 de septiembre de 2015

Explorando Lo Incomprensible

"Enfermérides no redondas"

Enferméride II - Escribir para ser


http://acpc.bnportugal.pt/imagens/espolios/e31_ferreira_virgilio.jpg
Manuscrito de Virgílio Ferreira
Encontré la frase por casualidad, buscando imformación sobre la evolución de la escritura para el nuevo curso sobre regisstros de enfermería que estábamos, mi colega y yo, preparando. Justo había terminado la parte correspondiente a la época medieval y me disponía a redactar sobre el romanticismo, cuando leí:
"Escribo para hacer visible el misterio de las cosas. Escribo para ser."
  Ese "escribo para ser", pensé, debería convertirse en nuestro emblema.Y me acordé de Descartes y de su "pienso, luego existo", de ese "pienso" que hay que poner por escrito para hacerlo visible; porque haciendo visible nuestro pensamiento nos hacemos visibles a nosotros mismos, obtenemos la existencia, somos.
   No sé cuáles han sido las lecturas de Vergílio Ferreira, el autor de la frase, pero con sólo hojear su libro "Pensar" uno se da cuenta de qué mecanismo más maravilloso es el pensamiento y de cómo el lenguaje, el escrito, en este caso, nos permite asomarnos a ver la visibilidad de los múltiples matices cromátios del pensamiento. El pensamiento de Vergilio se vuelve ontológico, se vuelve ser.

En 1265 (?), Humberto de Romans, que creo no tenía nada de ontológico sino más bien de metafísico ya que fue Quinto Maestro de la Orden de los Hermanos Predicadores (Hermanos Dominicos) y, como tal, estudioso de los textos bíblicos que, junto a la filosofía, el derecho y la economía, utilizaría como fundamento en la lucha contra la herejía, escribió la obra Liber de intructione officialium Ordinis Praedicatorum con la que también quería hacer visible el misterio de su vocación, quería ser. En esta obra, escrita en el transcurso de varios años, Humberto presenta los distintos oficios que ejercían los monjes; y en los capitulos XXVI y XXVII aparece De officio infirmarii y De officio servitoris infirmorum, respectivamente, Deberes del enfermero y Deberes del servidor del enfermo. Del pensamiento creador de Humberto de Romans, de su pensamiento hecho visible, tenemos uno de los primeros tratados dónde aparecen ya descritas algunas de nuestras funciones, eso sí, ejercidas en aquel tiempo. Sí, Humberto escribía para ser.

Humberto de Romans
Este año es el 750 aniversario de la aparición de esa magna obra. Y aún hoy discutimos sobre nuestra visibilidad y creamos cursos sobre cómo hacernos visibles (avances en procedimientos, nuevas tecnologías, registros electrónicos, redes sociales, escuelas de pacientes,...). Pero, 750 años después, parece que aún no hemos aprendido a hacernos visibles, que aún no seamos. Aún buscamos nuestra identidad.

En esos dos capítulos, Humberto nos cuenta qué cualidades debe tener el enfermero y cuáles son sus funciones (sí, por aquél entonces eran principalmente hombres los encargados de los enfermos y moribundos) y, aunque el texto está en latín, nos es fácil "ver", mientras leemos, a ese monje, paciente, compasivo, discreto, ecuánime en el reparto, buen administrador ejerciendo cada una de esas funciones:

  • Conocer y cubrir las necesidades del enfermo    (Identificación de riesgos/Gestión ineficaz de la salud)
  • Tomar la responsabilidad de sus cuidados                                             (Ayuda con los autocuidados)
  • Velar por los enfermos      (Aumentar el afrontamiento/Disminución de la anisiedad/Control del riesgo)
  • Dar consuelo en el sufrimiento                  (Cuidados en la agonía/Apoyo a la familia/Facilitar el duelo)
  • Formarse en el arte de la medicina      (Desarrollo del personal/Intercambio de información de c. de s)
  • Gestionar los recursos materiales y personales                          (Contención de los costes/Delegación)
  • Disponer de un entorno agradable                                                        (Manejo ambiental: seguridad)
  • Administrar la medicación convenientemente                                (Admon. de analgésicos/Enseñanza)
  • Acoger al enfermo                                                                       (Cuidados de enfermería al ingreso)
 
-  !Qué visibles eran! !Y qué poco ha cambiado el officio infirmarii! El lenguaje sí ha cambiado, del mismo modo que ha cambiado nuestra forma de pensar. Describímos con otras palabras lo que hace 750 años ya hacían y describían nuestros precursores medievales. Hay tan poca diferencia... Cada época con sus herramientas, sus conocimientos, sus condiciones...

-  Pero esta visibilidad del enfermero del siglo XIII comenzará a volverse opaca con el paso de los años. En 1625, 360 años más tarde, casi la mitad de los que nos separa a nosotros de Humberto, un personaje de origen portugués llamado Andrés Fernández, enfermero obregón de la Mínima Congregación de los Hermanos Enfermeros Pobres, (allí ya empezamos también a ser pobres...), amplió el libro, iniciado por la Orden, de título Instrucciones de enfermeros. Es en su Principio dónde se explican las intenciones al redactar dicha obra:

 "Principio de este tratado. Para animar a los que curan y sirven a los enfermos. Una de las cosas que me ha animado a sacar a la luz una doctrina tan necesaria para los que tuvieren a su cuenta la cura y remedio de los Pobres Enfermos que estaba tan metida en el abismo del olvido, ha sido el grande amor que siempre he tenido a los mismos Enfermos, y grande deseo de acertar en todas las cosas tocantes a su remedio y salud, así corporal como espiritual."


   
  Los peregrinos llaman a la puerta buscando alivio para sus almas y para sus estómagos. Europa vuelve a estar en crisis. Se reproducen brotes de la peste negra. La medicina aún no tiene el prestigio que más tarde conseguiría. Será el siglo del método científico.
  Andrés Fernández, con una mano en la frente, escribe en silencio. Lentamente, van posándose las palabras en la hoja coincidiendo, en el tiempo, con sus pensamientos. Parecería como si las palabras resbalaran desde su frente hasta la mano, recorriendo todo un mundo. Escribe uno de los primeros manuales de enfermería de toda Europa. Andrés también escribía para ser. Y fue, hasta hoy en día.

-  Si este año es el 750 aniversario de la obra de Humberto de Romans, también lo es para la obra de Andrés Fernández que cumplirá su 390 aniversario. Recordémosles a ambos hoy 25 de septiembre del 2015 y dejémoslo por escrito, para hacer visible el misterio de las cosas, para hacer visible "lo incomprensible explorado", escribamos para ser.

-  Finalizo esta celebración con estas palabras-pensamientos, con estos trozos del ser de Vergílio Ferreira:
"Las ideas tienen su nexo invisible en los intervalos de las palabras, hasta que se crean en su oscura coherencia (...)  Esto mismo que escribo, ¿dónde existía como idea y como "potencia" antes del "acto" de ser escritura? (...) Por tanto, hay en nosotros lo que nunca sabremos y que solamente el azar nos va revelando. pero el hecho de tenerlo escrito fija su verdad como ninguna otra en su lugar."


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